El español, campeón este año en Auckland, se adjudicó el título número 20 de su brillante carrera y extendió la hegemonía española en el ATP porteño con siete coronas en 13 ediciones, los últimos cinco en forma consecutiva, con Tommy Robredo en 2009, Juan Carlos Ferrero en 2010, Nicolás Almagro en 2011 y los dos últimos suyos.
En su camino al título, Ferrer, nacido en Javea hace 30 años, venció sucesivamente a los argentinos Agustín Velotti (186) y David Nalbandian (78), al italiano Fabio Fognini (44), a su compatriota Robredo (95) y hoy al suizo.
Wawrinka, por su parte, nacido en Lausanne hace 27 años, llegó al partido decisivo luego de vencer al italiano Paolo Lorenzi (56) y a tres españoles: Daniel Gimeno Traver (58). Albert Ramos (55) y Nicolás Almagro (11), y superó sus actuaciones de los dos años anteriores, cuando había sido semifinalista.
Ferrer fue un campeón lógico, ya que su jerarquía y solidez sobre polvo de ladrillo se notaron, salvo en el primer set contra el cordobés Nalbandian y en el segundo de la final ante el suizo, los dos únicos rivales que lograron ponerlo en apuros.
Wawrinka, dueño de un revés delicioso, sobre todo el paralelo que saca con mucha comodidad, comenzó al frente del partido con un quiebre y estuvo 3-1 en ventaja, pero no pudo mantener su nivel y Ferrer, en cuanto bajó un poquito, lo superó con su velocidad de piernas y una derecha muy rápida.
El español quebró dos veces seguidas (2-3 y 4-3) y se llevó el parcial por 6-4 en 41 minutos.
En el segundo set el suizo otra vez se puso arriba 3-1 con un quiebre y si bien vaciló como en el anterior, logró apoderarse dos veces más del servicio del español con excelentes devoluciones y fue un claro dominador tal como reflejó el 6-3 en su favor.
El público aplaudió mucho al suizo, por su entrega y porque les dio la posibilidad de ver más tenis con un tercer set que lo tuvo arriba 1-0 con un quiebre, pero eso fue lo último bueno que hizo en Buenos Aires.
Ferrer ser recuperó, ganó ocho juegos seguidos y pasó al frente 2-1, y luego utilizó una vez más su versión "turbo" para correr pelotas imposibles y devolver todo lo que le tiraba su rival, y así lo demolió con un 6-1 lapidario que premió su calidad y sobre todo su estado físico privilegiado, además de su fortaleza mental.
El ATP porteño tuvo un campeón de jerarquía en una edición que fue la segunda con menos gente de la historia, luego de la de 2002, y en eso mucho tuvo que ver la falta de argentinos en los cuadros finales, sobre todo de Nalbandian, el símbolo de Copa Davis que cuando jugó lo hizo a cancha llena.
Será entonces todo un desafío para los tenistas argentinos ponerle fin a la racha de títulos españoles, que acapararon la definición con cuatro tenistas sobre ocho en cuartos de final y con tres de cuatro en semifinales, y anuncian para el 2014 a un tal Rafael Nadal, lo que aumentará la dificultad para los nacidos en esta parte del mundo.
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