Ayer fui a visitar a una gran
parte de mi familia, nada menos que a mi nieto, mi hijo y mi nuera, regresé a
mi casa con una satisfacción sin dimensiones al ratificar que “el padre que acompaña a su hijo, es un
amigo” y ayer dije “mi hijo es amigo
de mi nieto”.- Una vereda y todos sus obstáculos dejando jugar a mi nieto y
al padre me impulsan escribir en mi blog esta reflexión.-
No quiero ser único en mi orgullo
porque existe un elevado número de chicos que practican distintas disciplinas
deportivas, gracias al dinamismo que han impuesto los principales clubes , pero
además, porque los padres alguna vez decidimos a participar desde el
acompañamiento que le podíamos hacer a sus hijos.- Mi hijo acompaña a mi nieto
en las primeras disciplinas deportivas y recreativas como guiarlo con acierto
en su triciclo y evidenciarle los peligros del terreno por donde despliega sus
travesuras.-
Hoy vemos diferentes competencias
con un marco imponente de público que lo conforman los padres de los pequeños
deportistas que se animan a escuchar el aliento de los viejos, que comiéndose
las uñas con un Padre Nuestro de postre, quieren ver triunfar a su ídolo, pero
luego olvidando que sus dedos han quedado “mochos” y vaya saber dónde la santa
oración, si el turno de ganar fue para el rival.- ¿ Recuerda mi amado “treintón”
cuando me comía los dedos viéndote correr tras de la pelota de fútbol ó montado
en tu pequeña bicicleta de carrera girando en aquella plazoleta ó devorando
kilómetros por una ruta, entre otras?
Los padres que ahora vemos
movilizados en los diferentes clubes son todos iguales ante las condiciones sociales y si el tiempo no les
permite acompañar la actividad extraescolar de sus hijos, no hay excusas, todos podemos,
en algún momento de la semana podemos.-
El goce que
se siente en un “dale campeón”, en un
“qué golazo” ó “qué palazo”, cuando acompañamos a las canchas a nuestros hijos,
tiene un mayor valor que toda hora extra trabajada, que el descanso inmediato
que buscamos al llegar a casa ó ver solamente la foto, el video, ó escuchar la
noticia que habla del triunfo de su hijo en el deporte que practica, pero, sin nuestra valiosa compañía.-
Aquellos
padres que acompañan a sus hijos a todas partes y los otros, que a esto se lo
pierden, debemos reflexionar juntos sobre la complementación entre la casa y la
escuela en torno al área deportiva.-
Debemos crear los hábitos deportivos de nuestros hijos y nosotros
como padres darle importancia al tema, ya que muchas veces hemos coincidido,
que el volumen de actividad deportiva que los chicos desarrollan en la escuela,
no es suficiente.-
Solo hace falta espiar por el ojo de la llave una reunión
de padres con el entusiasmo a cuesta, programando las tareas de cada uno para
el próximo partido y en la que no se habla de resultados deportivos, muy bien
hecho, porque el resultado que buscamos acompañando a nuestro hijo para que
haga deporte ú otra actividad, es el de una buena persona.-
En esta tarea de padres, aún no resuelta por todos, de
acompañar a nuestro niño deportista, debemos estar bien preparados desde el
punto de vista afectivo, para los sacrificios del entrenamiento, las
ansiedades antes de la competencia, las glorias en los momentos de subir al
podio y los bajones, cuando las cosas no salen como ellos esperaban, dije,
debemos estar bien preparados, porque ser
padre es no querer ser otra cosa que eso, compartir con nuestros hijos los
maravillosos momentos en que estamos juntos sin otra pretensión que la de
ganar, pero no en lo deportivo (si se logra mejor), en lo afectivo, ganando los
dos títulos, el de haber sido “padre-hijo” y el de haber sido “padre-amigo”. .
. de nuestros hijos.-
Las lágrimas de orgullo, satisfacción y nostalgia han mojado este escrito.-
Las lágrimas de orgullo, satisfacción y nostalgia han mojado este escrito.-
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