PADRE CARLOS DE DIOS MURIAS |
Se trata del franciscano Carlos de Dios Murias, torturado y asesinado por los militares en La Rioja tras el golpe de 1976.
“El primer santo de Francisco será un mártir de la dictadura militar, si el deseo que el cardenal Bergoglio había expresado antes de ser elegido Papa se cumple”, indica el diario italiano La Stampa con relación a Carlos de Dios Murias, joven fraile franciscano asesinado en 1976.
De acuerdo a las declaraciones tomadas por ese diario, “la causa de canonización la firmó Bergoglio en persona en mayo de 2011. Y lo hizo con discreción, para evitar que fuera bloqueada por otros obispos argentinos, que todavía estaban en contra de iniciativas de este tipo basadas en el compromiso social de los sacerdotes”.
Nacido en 1945, Carlos de Dios Murias fue ordenado sacerdote por Enrique Angelelli, el obispo de La Rioja, quien a su vez lo envió a ayudar a los campesinos de El Chamizal, en compañía del sacerdote francés Gabriel Longueville.
Una vez ocurrido el golpe cívico-militar, ambos frailes comenzaron a recibir amenazas, citaciones en las que los soldados le explicaban que “la tuya no es la Iglesia en la que creemos”.
El 18 de julio de 1976, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville fueron secuestrados y encerrados en una base de la Fuerza Aérea y, dos días después, su cadáver fue encontrado en medio del campo: le habían sacado los ojos y le habían cortado las manos antes de dispararles.
“Han golpeado donde sabían que harían más daño. A Carlos lo ordené yo y yo lo puse en una situación de peligro”, dijo Angelelli durante el sepelio.
Dos semanas después, el vehículo en el que viajaba monseñor Angelelli tuvo un “accidente” y murieron todos sus ocupantes. Hoy se sabe que fue otro homicidio de las fuerzas militares que ocupaban la provincia.
En diciembre pasado, un tribunal riojano condenó al ex jefe del III Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, al vicecomodoro Luis Fernando Estrella y al ex comisario riojano Domingo Benito Vera, por privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados y homicidio calificado, en la causa que se seguía por esos crímenes.
“El asesinato de Murias y Longueville debe interpretarse y comprenderse precisamente en el contexto de un plan sistemático de eliminación de opositores políticos (...) Murias y Longueville formaban parte de un grupo de la Iglesia considerado ‘enemigo’ y ‘blanco’”, expresa la sentencia.
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